
Diez años después de la creación de Sabadell Commodities FI, un fondo de inversión destinado a especular con las materias primas y productos agrícolas, el Banco Sabadell sigue en su afán de obtener rentabilidades con el alza de los precios de la alimentación. Lejos de atender las peticiones de organizaciones como VSF Justicia Alimentaria Global o de la misma ONU, para que cesen estas prácticas financieras, este fondo ha duplicado en el año 2017 su cartera de inversiones.
Se trata de un producto que opera con la rentabilidad del índice Bloomberg Commodity Index. Fue constituido en 2008, justo después del fuerte aumento registrado en los precios de los alimentos esenciales, circunstancia que incidió en el impacto de estos primeros años de crisis. A partir de ese momento los precios cayeron, pero volvieron a subir en 2011. En los últimos doce meses el precio de productos básicos como el trigo o el maíz ha seguido experimentando subidas significativas.
La reciente modificación de la Ley del Mercado de Valores, publicada en el BOE el pasado 28 de septiembre, supone un punto y seguido a las políticas diseñadas en el Reglamento (UE) n.º 1308/2013 en cuanto a materias primas y productos agrícolas, medidas que no han evitado que los beneficios de BS Commodities se hayan multiplicado por cuatro en el último ejercicio, especialmente por su actividad en metales industriales y preciosos. Cinco años después de que la plataforma Banca Bajo Control llevara al Banco Sabadell al Parlament de Catalunya para denunciar su carácter especulativo, el fondo de esta entidad ha duplicado sus activos, alcanzando los 32.085.778 euros a finales de 2017.
Según se consigna en la propia memoria del banco “la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) de Banco Sabadell se centra en la idea de desarrollar el negocio de forma ética y responsable. Más allá de cumplir con las normas aplicables, el Banco Sabadell dispone de un conjunto de políticas y códigos que garantizan el comportamiento ético y responsable en toda la organización”. En este punto, el código ético del Banco Sabadell no resulta compatible con las denuncias de organizaciones humanitarias o con las de Olivier de Schutter, Relator Especial de la ONU hasta el 2014, relacionando directamente esta acción especulativa con el aumento de los precios agrarios.
El control y seguimiento de las cuestiones relacionadas con las políticas y normativa ética se lleva a cabo a través del Comité de Ética Corporativa, cuyos miembros son designados por el Consejo de Administración. Dentro del Consejo de Sabadell Commodities FI, una de estas personas es el economista Alfredo Pastor, premio Godó de Periodismo en 2011 y amigo personal de Josep Oliu desde sus etapas académicas. Coincidieron también en 1983 en el INI, implicados en la reconversión industrial y privatización de empresas públicas, llevada a cabo durante el gobierno de Felipe González. Diez años más tarde sería nombrado secretario de Estado de Economía.
El actual presidente de este Consejo es Cirus Andreu, por entonces subdirector general de Mercados y Banca Privada y la persona encargada de comparecer en noviembre de 2015 ante la comisión de Agricultura del Parlament de Catalunya. Completan la lista José Antonio Pérez Roger, director general y consejero, la subdirectora general, Maria Isabel Fernández Todoli y los consejeros Joan Llonch Andreu, José Luis Oller Ariño y Juan Bernardo Bastos-Mendes Rezende.
En un mundo donde alrededor de 815 millones de personas sufren inseguridad alimentaria y aproximadamente 2.000 millones no disponen de alimentos suficientemente nutritivos, existen estos productos financieros que especulan con el precio de productos básicos como el trigo, el maíz, la soja, el azúcar las naranjas… y así hasta 19 productos distintos. La acumulación de stocks en estos alimentos conlleva una reducción de la cantidad disponible en el mercado y su consecuente aumento de precio, lo que favorece la rentabilidad de estas inversiones. También provoca que millones de personas tengan mayores dificultades para poder comer a diario.
Según el folleto explicativo del banco, “el Fondo tiene previsto mantener una exposición mayoritaria a los mercados de materias primas”. Su política de inversión no limita ámbito de actuación alguno, negociando su actividad “en los estados miembros de la OCDE, así como en países emergentes sin restricción geográfica ni límite establecido”. Si nada lo impide, así seguirá siendo.
Armas sí, porno no
Pero la política de banca ética y responsable diseñada en la RSC del Banco Sabadell sí se activa en determinadas ocasiones, como a la hora de impedir vender porno feminista, tal y como le pasó a una tienda erótica de Zaragoza cuando trató de utilizar el TPV virtual de esta entidad. En cambio, se viene mostrando más permisiva con la financiación de la industria militar: un total de 96.685.973 euros han servido para apoyar al sector armamentístico entre los años 2011 y 2017. Conforme a los datos publicados por el Centre Delàs, en este tiempo ha concedido créditos a compañías como Maxam, empresa de explosivos de la que el 45% de su capital ha sido comprado recientemente por el fondo estadounidense Rhône Capital y que vende explosivos a países como Arabia Saudita.
La pasada Junta de Accionistas del Banco Sabadell ha contado con dos intervenciones sobre este particular, por parte de representantes de la campaña Banca Armada impulsada por el Centre Delàs. A sus demandas para que el banco dejara de tener relación con empresas del ámbito armamentístico, el presidente Josep Oliu ha contestado que “no se va a dejar de financiar al sector de la defensa, desgraciadamente, los países y las democracias tienen que defenderse”.
El presidente también anunció que el Consejo ha aprobado una política encaminada a establecer restricciones en este sector, que “expresa la prohibición de financiar cualquier actividad relacionada con armas controvertidas”. Esta medida confronta con el préstamo de más de 29 millones de euros a Orbital ATK, empresa dedicada a la fabricación de bombas de racimo -prohibidas en España desde el año 2015- y a la producción de las devastadoras armas nucleares, según el informe Don’t Bank on the Bomb, realizado por la organización PAX.
El riesgo con la Salud
El pasado mes de mayo el departamento de prensa del Banco Sabadell se las ingenió para colocar las palabras “riesgo” y “salud” en la misma frase. De forma aséptica y descriptiva, la entidad financiera anunciaba la creación de un fondo de capital riesgo de nombre Sabadell Asabys Health Innovation Fund, dirigido a buscar rentabilidad en el sector de la Sanidad.
El objetivo declarado es invertir en proyectos innovadores de biotecnología médica en España, Israel y Reino Unido, con el fin de consolidarse en un sector emergente “que ofrece un rendimiento potencial con un alto impacto social a la vez que financiero”, en palabras de Raúl Rodríguez, director de BS Capital, la unidad de negocio de capital riesgo del Banco Sabadell.
Esta decisión supone un cambio de estrategia por parte del Sabadell dentro del sector sanitario. Su inversión en Ribera Salud, una concesionaria de gestión hospitalaria heredada de la Caja de Ahorros del Mediterráneo, no ha dado los resultados esperados, especialmente desde la llegada de Ximo Puig a la presidencia de la Generalitat Valenciana. El banco tiene ya ultimada su venta a la multinacional estadounidense Centene, que ya dispone del otro 50% después de su compra a Bankia.
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El Banco Sabadell, fundado en 1881 por empresarios y comerciantes que tenían la necesidad de financiar la industria y negocios locales, representa un claro ejemplo de cómo en las últimas décadas, la clásica actividad bancaria viene siendo relegada por otro tipo de inversiones alejadas de la actividad productiva, pero que ofrecen un mayor rendimiento a corto plazo.
Cada día aparecen nuevos instrumentos financieros, que representan la nueva forma de proceder de la banca actual, que ha ampliado su tradicional presencia en el mercado de valores mobiliarios con nuevas incursiones en el mercado de capitales, materias primas, sanidad privada o sector inmobiliario.
Artículo publicado en lamarea.com