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El embudo machista de una Bankia pública

Cuando una mujer pasea por los pasillos de la sede social de Bankia, en la calle valenciana de Pintor Sorolla, o por su sede operativa del Paseo de la Castellana de Madrid, le resultará difícil no ser consciente, dentro del marcado grado de jerarquía que opera en casi cualquier empresa, de que cruzarse con un hombre significará, en un alto grado de probabilidad, pasar al lado de alguien con rango superior.

Los datos dejan poco margen a la duda en Bankia: con una plantilla que cuenta con un 56,2% de presencia femenina, en el grupo de los cuatro primeros niveles retributivos ésta se reduce al 34,8%. Si escalamos hasta el Comité de Dirección o a su Consejo de Administración, los porcentajes menguan hasta el 8,3% y 14,2%, respectivamente. Por el contrario, las últimas escalas salariales están integradas en un 68% por el sector femenino. Bankia asegura estar haciendo esfuerzos en este sentido y señala que el 50,4% del personal promocionado en 2019 fueron mujeres.

La entidad se comprometió en julio de 2016 con los representantes de los trabajadores en el Plan de Igualdad de Bankia, con el propósito de alcanzar una efectiva igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. El documento incluye, además de protocolos de prevención de acoso laboral o sexual, el compromiso de que un mínimo del 40% de los nuevos nombramientos de funciones directivas “corresponderán al género menos representado”.

Cuatro años después no se ha producido mejora alguna en las altas esferas del banco. Entre los siete nombramientos producidos en los últimos tres años, desde que se acordó el mencionado plan, en los sillones de los principales órganos directivos solo se ha sentado una mujer, Laura González, que se incorporó como consejera independiente el 10 de octubre de 2018. Unos meses antes fue designado Carlos Egea como consejero ejecutivo.

El Comité de Dirección se amplió en 2018 de ocho a doce miembros. La baja de Joaquín Cánovas, pocos meses después de su nombramiento en diciembre de 2017, dejó cinco vacantes que fueron ocupadas por Leopoldo Alvear, Manuel Galarza, David López, Eugenio Solla y Carlos Torres, hombres todos de gran experiencia en Bankia desde la época de Rodrigo Rato o en Caja Madrid, etapas marcadas por la cuestionable actitud y solvencia del Consejo y su equipo directivo.

La entidad, además de remitirse a su Plan de Igualdad, afirma que “defiende criterios meritocráticos para los nombramientos de directivos”. Actualmente, de los doce miembros del Comité, en el género menos representado sólo aparece Amalia Blanco, directora adjunta de comunicación y relaciones externas. Lejos de atemperarse estas diferencias, las pautas meritocráticas establecidas en Bankia han derivado en una desigualdad laboral todavía más pronunciada en sus órganos de dirección.

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